Palabras de espiritualidad

Para saber distinguir la verdadera humildad

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

También hay una “humildad” moldeada a su gusto por el hombre. Esta es la clase de “humildad” que se construye el alma que ama la vanagloria, el alma engañada por la falsa doctrina, el alma que se ensalza a sí misma, el alma que busca las lisonjas de los demás.

Que nadie, con simulada humildad (...) os niegue el premio de la victoria” (Colosenses 2, 18), dijo el Santo Apóstol Pablo. La verdadera humildad consiste en obedecer y seguir a Cristo (Filipenses 2, 5-8). La verdadera humildad es sabiduría espiritual. Es un don de Dios, es la obra de la Gracia Divina en la mente y el corazón del hombre.

Pero, también hay una “humildad” moldeada a su gusto por el hombre. Esta es la clase de “humildad” que se construye el alma que ama la vanagloria, el alma engañada por la falsa doctrina, el alma que se ensalza a sí misma, el alma que busca las lisonjas de los demás, el alma que se aferra a las cosas del mundo y sus placeres, el alma que se ha olvidado de lo eterno, de Dios.

La pretendida “humildad” que se hace el hombre según lo que le apetece, está conformada por toda clase de argucias, las mismas que la soberbia humana utiliza para obtener la glorificación de la sencillez por parte de un mundo ciego, un mundo que ama lo que le es propio, un mundo que exalta el vicio cuando se disfraza de virtud, un mundo que odia a la virtud cuando esta se presenta con su santa simplicidad, en su santa y firme sumisión al Evangelio.

(Traducido de: Sfântul Ignatie Brianceaninov, Despre înșelare, Editura Mănăstirea Piatra-Scrisă, pp. 99-100)