Para seguir el camino de Cristo
Si Cristo sufrió, ¿nosotros, Sus discípulos, habremos de elegir un camino diferente?
El ayuno es la perdición de los demonios. El Señor nos dijo que, orando y ayunando, es posible expulsar toda clase de espíritus impuros. El Espíritu Santo no desciende a un vientre lleno, no se posa sobre un individuo ahíto. Todo cristiano que desee vivir correctamente, debe poner como cimiento el ayuno, la oración y la lucidez, para alcanzar el nivel más alto de la virtud.
La enfermedad es un ayuno involuntario. El enfermo debe cumplir su ayuno con paciencia y gratitud, porque no es posible de otra manera, debido a su misma dolencia.
Cuando la fuerza de Cristo viene a nosotros, nos llena de vigor. Cuando el ayuno es fortalecido, acompañado y rodeado por los demás aspectos —oración, meditación, lucidez espiritual, asistencia a la iglesia, confesión, comunión, buenas acciones y caridad—, se completa la belleza de la preparación del alma.
Con esto, el enfermo conocerá lo infinito del amor de Cristo por los hombres. Verá, así, que Cristo, como Dios en este mundo, enfrentó el martirio para ayudarnos a nosotros, que somos tan indiferentes, a luchar. Si Cristo sufrió, ¿nosotros, Sus discípulos, habremos de elegir un camino diferente?
(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, traducere Părintele Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Alexandria, 2012, pp. 109-110)