Para un maestro preocupado por la situación de la enseñanza de la religión en las escuelas
Si la educación es separada de la doctrina cristiana, esta última no se pierde, sino que se pierden la educación y los hombres verdaderos.
«Te has enfadado con algunos amigos tuyos, indiferentes ante la enseñanza de la religión en las escuelas. Tienes razón. Tu enojo está justificado. Es una indignación que Dios valora, pero no es suficiente contentarte con ella ni intentar convencer a aquellas personas. Debes pedirle al Señor por todos los que insensatamente se oponen a la enseñanza de la ley de Dios en las escuelas, para que les abra los ojos y puedan entender que (con semejante actitud) se están causando un perjuicio considerable a sí mismos, porque en verdad toda la educación de la juventud cristiana está asentada en la enseñanza de Cristo.
En el caso de nuestro pueblo, sabiendo que esta formación ha sido el cimiento de la educación durante más de mil años de historia cristiana, insistimos en que debe seguir siéndolo hoy, mañana y siempre. Esta educación nunca nos ha avergonzado, y jamás lo hará en el futuro. Es una formación que nos ha dado hombres íntegros, que son el atavío de nuestra historia, tal como las estrellas son el atuendo del firmamento. ¡Y qué grande es el número de esos hombres y mujeres, (que son) como estrellas en el cielo de la historia de nuestro pueblo! ¿Pero qué otro propósito podría tener la educación, sino el de formar hombres verdaderos? Todo lo concerniente a la educación, tanto en nuestro país como en los demás pueblos cristianos, debe corresponder siempre con la enseñanza de Cristo. Si la educación es separada de la doctrina cristiana, esta última no se pierde, sino que se pierden la educación y los hombres verdaderos».
(Traducido de: Episcopul Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, vol. 2, Editura Sophia, Bucureşti, 2003, pp. 48-49)