Palabras de espiritualidad

Para ver brotar frutos de nuestras buenas acciones

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Una buena acción demuestra ser verdaderamente provechosa solamente cuando se hace por amor a Cristo; entonces, la vida terrenal del hombre se llena con la Gracia del Espíritu Santo. Porque está escrito también: “Dios da el Espíritu sin medida” (Juan 3, 34).

Tienes que saber, alegría mía, que una buena acción trae frutos en el Espíritu Santo solamente cuando se hace por amor a Cristo. Desde luego que toda buena acción, aunque no se haga por Cristo, no deja de ser algo bueno. Recordemos que la Escritura dice: “Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas. sino que en cualquier nación el que le teme y practica la justicia le es grato” (Hechos 10, 35). El agrado que Dios siente por aquel que practica la justicia, es algo que puede verse ya en el texto neotestamentario del centurión Cornelio. Este era un hombre temeroso de Dios y muy piadoso. Entonces, una vez, mientras oraba, se le apareció un ángel, quien le dijo: “Envía, pues, a Joppe y haz llamar a Simón, llamado Pedro” (Hechos 10, 32). Pedro le habló a Cornelio de la vida eterna, y este, junto con su familia, creyeron.

El Señor utiliza todos los medios que tiene a Su alcance para darle la oportunidad a este hombre, como recompensa por sus buenas acciones, de no verse privado de la felicidad eterna.

A partir de este pasaje podemos concluir que el Señor, en lo que respecta a las buenas acciones que no se hacen por amor a Él, se limita a darnos los medios necesarios para que nosotros nos valgamos de ellos. Y de nosotros depende si los utilizamos o no. Esta es la razón por la cual el Señor les dijo a los judíos: “Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: ‘Vemos’, vuestro pecado permanece” (Juan 9, 41).

Así pues, cuando alguien realiza una buena acción, como Cornelio, no por Cristo, pero después empieza a creer en Él, esa acción virtuosa es considerada como si hubiera sido hecha por amor a Cristo. Por el contrario, si la persona no empieza a creer en Cristo, no tiene derecho a lamentarse de que sus buenas acciones hayan quedado sin frutos. Porque una buena acción demuestra ser verdaderamente provechosa solamente cuando se hace por amor a Cristo; entonces, la vida terrenal del hombre se llena con la Gracia del Espíritu Santo. Porque está escrito también: “Dios da el Espíritu sin medida” (Juan 3, 34).

(Traducido de: Un serafim printre oameni – Sfântul Serafim de Sarov, traducere de Cristian Spătărelu, Editura Egumenița, 2005, pp. 359-360)