Paz espiritual. Por qué unos la tienen y otros no
Ni todo el dinero, ni todos los bienes, ni todos los placeres del mundo pueden ofrecer una felicidad verdadera, porque esas son cosas que no otorgan nada al alma. La paz espiritual es algo que sólo el Creador del alma puede ofrecer. La verdadera paz puede ser alcanzada sólo por quien vive en el Señor. Mucha paz sienten quienes aman y cumplen la ley del Señor, dice el salmista (Salmo 118, 165).
En la puerta de una casa pude ver el siguiente mensaje: “En donde está Dios, no hay pecado. Y en donde no hay pecado, hay paz y verdadera felicidad”. ¡Qué mensaje tan bello y claro! ¡Qué bueno sería verlo en todas las puertas y en todos los corazones! Ni todo el dinero, ni todos los bienes, ni todos los placeres del mundo pueden ofrecer una felicidad verdadera, porque son cosas que no otorgan nada al alma. La paz espiritual es algo que sólo el Creador del alma puede ofrecer. La verdadera paz puede ser alcanzada sólo por quien vive en el Señor. Mucha paz sienten quienes aman y cumplen la ley del Señor, dice el salmista (Salmo 118, 165).
Jesús, nuestro Salvador, nos da una paz que nadie podría robarnos: ni la pobreza, ni las carencias, ni la enfermedad, ni cualquier otra prueba, porque ya lo decía el Apóstol Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada?” (Romanos 8, 35).
(Traducido de: Preot Iosif Trifa, Mai lângă Domnul meu, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 2003, p. 29)