Palabras de espiritualidad

“¡Perdóname, Señor!” ¿Por qué es tan importante la contrición?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Arrepentirte consiste en conocer tus propios pecados, en limpiarlos con lágrimas de contrición y decidirte a empezar una vida nueva.

“Arrepiéntanse” es la palabra que comienza la predicación del Señor y, al pronunciarla, Él no sólo nos pide la expiación de las injusticias que hemos hecho a nuestros semejantes, sino también un cambio en nuestra vida, desde sus mismos cimientos, una renovación de nuestro espíritu. “Arrepiéntanse y crean en el Evangelio” (Marcos 1, 15), es el llamado divino que resuena eternamente, llamando nuestras almas a la salvación. Sin arrepentimiento verdadero, la palabra santa no podría dar frutos en nuestras almas.

¿Por qué es tan conocido este severo mandamiento sobre la contrición? ¿Cuál es la utilidad del arrepentimiento? Esta santa palabra nos exhorta al arrepentimiento, ya que es la medicina que sana las heridas de alma, y solamente con él nos hacemos dignos del don de Dios. Arrepentirte consiste en conocer tus propios pecados, en limpiarlos con lágrimas de contrición y decidirte a empezar una vida nueva. Es la lucha de una vida entera, en contra de la muerte y de pecado, en pos de la verdadera vida. En lo que se refiere a esta vida verdadera, espiritual, es un error considerar que ya estás preparado, que ya la alcanzaste. Por eso no podemos dormirnos en nuestros laureles, en nuestra vanidad, sino que siempre debemos buscar ir más lejos. Los santos se esforzaron incesantemente en cumplir los mandatos divinos y, sin embargo, nunca se consideraron dignos del don de Dios. San Sisoes nos ofrece un ejemplo maravilloso. Estando en su lecho de muerte, sus discípulos le preguntaron si aún deseaba algo, a lo que él respondió: “Le pido a Dios que me dé tiempo para arrepentirme”. Porque, “es más provechoso para el hombre conocer sus propios pecados y arrepentirse, que ver ángeles”, dijo otro padre.

Dios nos envía Su don en el conocimiento de la santa voluntad. Nosotros estamos obligados a recibir la mano protectora del Padre Celestial y aferrarnos a ella luchando contra la marejada del pecado, que amenaza nuestra vida. Dice el poeta: “Soy candela bajo la bóveda divina, pendo sobre el caos, pero me aferro a Ti”.

(Traducido de: Părintele Arsenie Boca, Lupta duhovniceasca cu lumea, trupul şi diavolul, ediție revizuită, Editura Agaton, Făgăraș, 2009, pp. 98-99)