Podemos orar con nuestra mente, a pesar de estar ocupados en nuestras cosas terrenales
La mente está ordenada espiritualmente, y este orden es el principal objetivo del arte ortodoxo de la sanación.
San Basilio el Grande nos enseña: “Que Dios venga a morar en nosotros consiste en esto: en mantenerlo a Él en nuestro interior, perseverando y acordándonos de Él todo el tiempo”. La más fehaciente prueba de que Dios vive en nuestro corazón se hace evidente cuando la oración de nuestra mente trabaja sin cesar para que nos acordemos de Él. Y nos hacemos templo de Dios; cuando “el recuerdo de Dios no se interrumpe por causa de nuestras preocupaciones terrenales y nuestra mente no vacila ante los sufrimientos inesperados”. Con esto se evidencia con claridad el espíritu del hesicasmo de la mente.
San Basilio el Grande no dice que la oración con la mente obre solo al cesar las preocupaciones de la vida cotidiana, ni que la oración con la mente cese cuando estamos muy ocupados con nuestras actividades diarias, sino que la mente sigue acordándose de Dios, aunque un sinnúmero de menesteres terrenales demande su atención. Luego, la mente está ordenada espiritualmente, y este orden es el principal objetivo del arte ortodoxo de la sanación. Lo que sigue es ordenar nuestra mente, de manera que nos ilumine para llegar a ser buenos esposos, buenos monjes, buenos padres o buenos compañeros de trabajo.
(Traducido de: Mitropolitul Hierotheos Vlachos, Boala și tămăduirea sufletului în Tradiția Ortodoxă, Editura Sophia, București, 2007, pp. 156-157)