Palabras de espiritualidad

Poner nuestra voluntad al servicio de Dios

  • Foto: Constantin Comici

    Foto: Constantin Comici

La voluntad es una fuerza que conduce todo el actuar del alma. El principal propósito de esta actividad es el de perfeccionar la acción del alma y sus fuerzas, según los requerimientos de la ley de Dios y de la conciencia, para que pueda cumplirse la voluntad divina.

En el primer período de la vida de después de la muerte, las almas, en el Paraíso y en el infierno, permanecen en comunión y en relación con quienes les sobreviven en el mundo. Las almas conservan la capacidad de acordarse de quienes les eran queridos, de aquellos a quienes amaban. Asimismo, las almas que (en vida) odiaban a sus semejantes y que no lograron sanarse de este mal, siguen odiándolos incluso después de la muerte, en el infierno, allí donde no existe el amor.

La voluntad es una fuerza que conduce todo el actuar del alma. El principal propósito de esta actividad es el de perfeccionar la acción del alma y sus fuerzas, según los requerimientos de la ley de Dios y de la conciencia, para que pueda cumplirse la voluntad divina.

Los actos de la voluntad pueden ser conformes o contrarios a la ley de Dios y a la conciencia. Esta conformidad u contradicción, según el caso, iniciada en este mundo, se transforma más allá del sepulcro, sea en una identidad plena con la voluntad de Dios, o en la unión con el enemigo de la verdad, en una fuerte enemistad contra Dios.

(Traducido de: Părintele MitrofanViața repausaților noștri și viața noastră după moarte, Editura Credința strămoșească, Petru Vodă – Neamț, 2010, pp. 346-347)