Palabras de espiritualidad

¡Pongámosle un alto a las riñas!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Si, en alguna ocasión, sin desearlo, sienten que la ira los comprende, al menos no la demuestren abiertamente, no se enfurezcan, no empiecen a reñir a los otros.

“Desterrad la amargura, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad”, dice el Apóstol (Efesios 4, 31). En cada encuentro y en cada empresa o negocio que inicien sean mansos y sosegados. Y si en alguna ocasión, sin desearlo, sienten que la ira los comprende, al menos no la demuestren abiertamente, no se enfurezcan, no empiecen a reñir a los otros. Porque los gritos siempre azuzan la ira. Así pues, atemos el caballo, para calmar también al jinete. Cortémosle las alas al cuervo, para que el mal no pueda alzar el vuelo.

La ira es una de las pasiones más atroces y peligrosas, razón por la cual puede llegar a someter rápidamente nuestras almas. Así pues, hermanos, cerrémosle todas las puertas. Tenemos que sofocarla a toda costa. Porque no es correcto amansar las fieras salvajes, mientras permitimos que nuestras almas caigan en un estado de salvajismo.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de AurProblemele vieții, Editura Egumenița, Galați, p. 42)

Leer otros artículos sobre el tema: