La santa oración le muestra al hombre que está sobre los animales que caminan, las aves del cielo y los reptiles que se arrastran en la tierra. La oración hace a los hombres hermanos de los ángeles. La oración hecha en espíritu y en verdad tiene el poder de elevar a los cristianos que la practican, a la vida, estado, honor, condición, sabiduría y lugar benefactor. Ella enciende a los hombres y los lleva a esforzarse en lo que es bueno, a ser más perseverantes en las alabranzas, en los cantos espirituales, en la oración, en los oficios y pensamientos santos, por medio de los cuales se hacen merecedores de unirse a los ángeles y aconsejarse con Dios. ¿Qué podría ser más justo, honroso, bello y luminoso que esto? Es algo que sobrepasa todo bien terrenal y celestial.

(Traducido de: Protosinghel Nicodim Măndiță, Învățături despre rugăciune, Editura Agapis, București, 2008, p. 50)