¿Por qué algunas obras buenas no son de ninguna utilidad?
Pecado es cuando uno ayuna, pero habla mal de su semejante. Y es que el ayuno material no tiene valor alguno si no va unido al ayuno espiritual. Lo mismo sucede con el que practica la caridad, pero dando cosas que ha robado. O hace algún bien, pero se envanece por ello. insertando el orgullo en su acción. Nuevamente se ha entrometido el maligno y le ha hecho perder toda recompensa. Aunque hace una buena acción, no es realmente buena, porque ha sido mezclada con el mal.
El segundo peldaño del pecado tiene lugar cuando uno hace algún bien, pero con un propósito perverso.
San Juan Damasceno dice así: “El bien no es bueno, cuando no se hace bien”.
Pecado es cuando uno ayuna, pero habla mal de su semejante. Y es que el ayuno material no tiene valor alguno si no va unido al ayuno espiritual. Lo mismo sucede con el que practica la caridad, pero dando cosas que ha robado. O hace algún bien, pero se envanece por ello. insertando el orgullo en su acción. Nuevamente se ha entrometido el maligno y le ha hecho perder toda recompensa. Aunque hace una buena acción, no es realmente buena, porque ha sido mezclada con el mal.
O realiza una buena acción, pero con un propósito malvado. Una buena obra hecha con un mal propósito se convierte en eso que el propósito es. Es decir, si el objetivo es malo, entonces también la buena acción deviene en mala. Si el propósito es bueno, entonces la buena acción sigue siendo benéfica.
De igual manera, cuando alguien ayuda a otro, esperando el elogio de los demás, o se dedica a orar o a ayunar, no buscando sólo alabar a Dios, sino cualquier otro objetivo mundano, se trata de una acción sin alma. Está muerta. La buena acción tiene cuerpo y alma. El cuerpo de la buena acción es su realización, su alma es el propósito pretendido, si es bueno y justo.
En el segundo peldaño de pecado se hallan también las buenas acciones, pero incompletas. Esto sucede cuando alguien hace una buena obra, pero sin completarla, con vacíos. Toda buena obra debe ser acabada y entera.
Les doy un ejemplo. Cuando alguien ora, pero no con su mente y corazón, sino tan sólo con sus labios y moviendo mecánicamente la boca, dispersando su mente en las cosas de este mundo. Sus pensamientos viajan a sus negocios, a los asuntos pendientes de resolver, a las tareas domésticas o cualquier otra cosa. Esa persona se halla en el segundo escalón del pecado.
(Traducido de: Arhimandrit Ilie Cleopa, Ne vorbește Părintele Cleopa, volumul VI, ediția a II-a, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț, 2004, pp. 36-38)