Es triste reconocer que, actualmente, ya no podemos orar porque hemos olvidado y seguimos olvidando a Dios. Y ese olvido es lo que precede a renunciar por completo a Él.

Luego, si ya no oramos como antes, es porque nuestra fe se ha debilitado totalmente. El que cree firmemente en Dios, le teme a Él, lo ama y ora ante Él sin cesar, porque no puede vivir sin Dios, lejos de nuestro Padre Celestial. Creo que el debilitamiento de la fe en Dios es la causa más grande del empobrecimiento de la oración entre los cristianos. Precisamente por eso es que las sectas terminan engañando a muchos: porque, en lugar de oraciones largas, vienen con cantos y prédicas, que atraen y embelesan a los más débiles de fe.

(Traducido de: Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie. O sinteză a gândirii Părintelui Cleopa în 1670 de capete, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 252)