Palabras de espiritualidad

Por qué es tan importante tener un padre espiritual

  • Foto: Bogdan Bulgariu

    Foto: Bogdan Bulgariu

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Es absolutamente necesario que cada creyente tenga un padre espiritual, para que lo aconseje y lo ayude con el Sacramento de la Confesión.

Actualmente, la necesidad más grande que tienen las personas es la de encontrar un padre espiritual, confesarse con él, confiar plenamente en él, y actuar bajo la guía de sus consejos.

Si el creyente tiene un padre espiritual y se hace un programa de oración que incluya un poco de estudio; si asiste regularmente a la iglesia y comulga, entonces no tiene nada a qué temerle en esta vida.

El alma debe ser supervisada por el padre espiritual, para que no pierda su camino.

En el trabajo espiritual pueden ayudarnos, por ejemplo, las lecturas espirituales, pero si nos falta un guía, terminaremos interpretando todo lo que leemos según nuestros propios criterios, y fácilmente podríamos caer en el engaño.

Pongamos un ejemplo. Cuando salimos de viaje con nuestro vehículo, usualmente llevamos con nosotros un mapa para consultarlo constantemente, pero sabemos que es aún mejor detenernos y preguntar si vamos por el rumbo correcto, para no extraviarnos. Por supuesto que puede suceder que, aun habiendo preguntado, tomemos otro camino y lleguemos a otra parte, o no estemos atentos a los sitios marcados como peligrosos y nos pase algo malo. No obstante, quien nos señale el camino y al mismo tiempo nos advierta: “Ten cuidado, porque al llegar a tal punto hay una curva peligrosa y podrías caer en el abismo… ", recibirá la recompensa que merece.

Así es como debemos actuar en nuestra vida espiritual.

Es absolutamente necesario que cada creyente tenga un padre espiritual, para que lo aconseje y lo ayude con el Sacramento de la Confesión.

Solamente así es posible llevar una vida espiritual ortodoxa y estar seguros de hallarnos en el buen camino.

Claro que cada quien tiene la potestad de elegir a su padre espiritual, porque no le confiará su alma a cualquier persona. Tal como para la salud del cuerpo buscamos un buen médico, también para la salud del alma debemos buscar un padre espiritual bueno, que nos examine con regularidad, constituyéndose en el médico de nuestra alma.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Nevoință duhovnicească, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 269)