En nuestros tiempos pareciera que el amor cristiano ha dejado de existir. Los pueblos se odian, se odian los hijos de la misma familia, se odian incluso los que viven bajo el mismo techo. ¿Por qué se ha extinguido y se sigue extinguiendo el amor cristiano entre las personas? La respuesta más adecuada nos la da el Apóstol Juan, cuando dice: “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” (I Juan 4, 8). Dios es amor. Dios y el Sacrificio de Su Hijo son manantial de amor; y cuando llegas a conocer esa fuente, tu propia vida deviene en manantial de amor cristiano.

Nuestro Señor Jesucristo nos legó el Evangelio del amor a los demás y jamás existirá una noticia más maravillosa que esta, hasta que este mundo termine. La esencia del cristianismo es el amor a Dios y a los demás. El mismo Cristo dijo que en el Mandamiento del Amor “se fundamentan toda la Ley y los Profetas” (Mateo 22, 40).

(Traducido de: Preot Iosif Trifa, Mai lângă Domnul meu, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 2003, p. 77)