¿Por qué me siento ajeno a este mundo?
Cristo Mismo fue un extraño en este mundo, porque Él vino a un lugar lleno de pecado y trajo una nueva enseñanza, inaceptable para la mayoría.
Todos hemos tomado sobre nuestros hombros, al hacernos cristianos, el gran peso de la Cruz, mientras atravesamos un mundo pagano, un mundo para el cual somos extraños y al cual vendrá Alguien y dirá las mismas palabras que aquel cántico de la Iglesia: “Dadme a este forastero, que no tuvo en dónde recostar su cabeza mientras vivió en el mundo”.
Cristo Mismo fue un extraño en este mundo, porque Él vino a un lugar lleno de pecado y trajo una nueva enseñanza, inaceptable para la mayoría. Hoy en día, nos hemos acostumbrado, al menos teóricamente, a decir que tenemos que hacernos humildes, que tenemos que perdonar a nuestros enemigos y amar a nuestros semejantes... Teóricamente, todos sabemos cada una de esas cosas. Pero Jesús vino a un mundo que desconocía eso, que no aceptaba tales ideas. Un mundo para el cual la única forma de justicia, la mejor forma de hacer justicia, era pagar diente por diente y ojo por ojo, golpe por golpe y vida por vida. Vino Jesús y dijo: “¡Ama a tu enemigo! ¡Hazle el bien a aquel que te hace el mal! ¡Bendice al que te maldice! ¡Ora por quien te persigue!”. Por todo esto, el cristianismo sigue siendo ajeno a este mundo.
(Traducido de: Părintele Gheorghe Calciu, Cuvinte vii, ediție îngrijită la Mănăstirea Diaconești, Editura Bonifaciu, 2009, p. 19)