Quien luche contra Dios jamás tendrá un buen final. Puede ser que por un tiempo no le pase nada, porque nuestro misericordioso Dios le da la oportunidad de espabilar y arrepentirse.

Pero si el individuo no aprovecha esa prerrogativa que Dios le ofrece, e insiste en su maldad, será castigado sin duda alguna. Y ese castigo será también un ejemplo para los demás, quienes verán que no es bueno luchar en contra de Dios, porque es imposible escapar de la fuerza de Su mano.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, Galați, p. 357)