Palabras de espiritualidad

Por qué no tenemos que abandonar la oración

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El hombre sensato es siempre humilde, y el hombre humilde se vuelve juicioso por causa de su misma humildad.

No abandonemos jamás la oración, y Dios no nos abandonará. Por medio de la oración reconocemos dos cosas: nuestra debilidad y la omnipotencia de Dios. Por medio de la oración enaltecemos a Dios a Su lugar y, al mismo tiempo, descendemos al hombre a su lugar. Aquellos que no saben de la oración terminan poniendo las cosas al revés: se enaltecen a sí mismos y bajan a Dios de Su lugar. Esto es algo muy común entre quienes no son hombres de oración. Basta con una sola conversación con ellos, para darte cuenta de lo mucho que se ensoberbecen, al tiempo que rebajan a su Creador. Ahí donde no hay oración, lo que hay es soberbia, y esta es como un globo lleno de aire, el cual explota con el más mínimo contacto con una aguja, porque se convierte en desesperanza ante un solo golpe del destino. El hombre sensato es siempre humilde, y el hombre humilde se vuelve juicioso por causa de su misma humildad. Cuando el hombre humilde busca el auxilio de sus semejantes, de hecho, espera el auxilio divino.

(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi – scrisori misionare, vol. 2, Editura Sophia, p. 95)