Mientras más inteligentes nos mostramos ante los demás, más ignorantes nos sentimos ante nosotros mismos. Mientras más buscamos evidenciar nuestras virtudes, con más fuerza salen a flote, frente a nosotros, nuestras debilidades y defectos.

Un soldado le contó a un amigo suyo cercano, cómo, cada vez que tuvo que demostrar su valor en el campo de batalla, sin querer, aparecía frente a él el recuerdo de todas sus derrotas y de sus propias debilidades.

(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Învăţături despre bine şi rău, Editura Sophia, Bucureşti, 2006, p. 30)