También la caída de los sacerdotes en el pecado es disposición de Dios. ¿Quieres saber por qué? Si los sacerdotes y los mentores dejaran de pecar, si estuvieran exonerados de toda pasión humana, se volverían inflexibles e inclementes con todos los demás. Pero Dios permite que pequen, precisamente para que sepan perdonar las faltas de los otros, sabedores que también ellos son susceptibles de caer. Y Dios dispuso ésto desde siempre, no sólo ahora, en nuestros días: Él permitió que cayeran en pecado esos a los que habría de confiárseles la dirección de la Iglesia y el pueblo, para que, conscientes de sus propias faltas, fueran benévolos con los demás. Si ellos no pecaran, no perdonarían tampoco los pecados de los otros y, llegando incluso a ser despiadados, terminarían echando a todos de la Iglesia.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Predici la sărbători împărăteşti şi Cuvântări de laudă la sfinţi, Editura Basilica, Bucureşti, 2015, p. 575)