Palabras de espiritualidad

Por qué todos tendríamos que buscar la forma de volver humildemente a la casa del Padre

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Translation and adaptation:

“Ábreme pronto Tus brazos paternos, porque he derrochado mi vida en el desenfreno. Necesitado de la riqueza inagotable de Tu misericordia, Señor, no ignores mi miserable corazón, porque a Ti clamo: ¡Padre, he pecado contra Ti y contra el Cielo!.

¡De qué manera la Parábola del Hijo pródigo refleja lo que es el mundo actual! El mundo se ha alejado de Dios, se ha ido al territorio extraño del pecado y se ha dedicado a malgastar toda la herencia paterna, los dones de Dios, entregándose al placer y la lujuria. El hombre quiere ser feliz, libre de aflicciones y sufrimientos, gozando de todo y viviendo muchos años, pero lejos de la casa paterna. Y se ha convertido en el esclavo de toda clase de pasiones oprobiosas, extenuado por el hambre espiritual, desnudo y avergonzado. ¿Podrá recobrarse de tal estado? ¿Podrá darse cuenta de que “incluso los jornaleros de mi Padre comen en abundancia” y decidirse: “me levantaré y volveré con Él”?

Este es el único camino que lleva a la casa paterna.

“Ábreme pronto Tus brazos paternos, porque he derrochado mi vida en el desenfreno. Necesitado de la riqueza inagotable de Tu misericordia, Señor, no ignores mi miserable corazón, porque a Ti clamo: ¡Padre, he pecado contra Ti y contra el Cielo! Estamos hablando del buen camino de la humildad, mismo que nos fuera enseñado por el publicano y que nos hace dignos de incontables dones: la obtención del perdón, la recuperación del estado primigenio, la filiación con Dios y el fortalecimiento contra el mal y para la práctica de las virtudes.

(Traducido de: Protosinghelul Petroniu TănaseUșile Pocăinței, Editura Mitropoliei Moldovei și Bucovinei, Iași, 1994, pp. 21-22)