Palabras de espiritualidad

Procrear muchos hijos es tanto testimonio como martiro

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Los esposos no sólo no deben evitar concebir hijos, sino también deben renunciar a toda planificación familiar. Deben abandonarse, con confianza, en las manos de Dios y considerar la llegada de cada hijo como un enorme don divino. Y es que los hijos no son bizcochos que ordenamos en una pastelería, de la forma y cuando queremos nosotros. No debemos olvidar que el hombre, procreando a sus hijos, se hace colaborador en la Creación, con Dios.



 

Los esposos no sólo no deben evitar concebir hijos, sino también deben renunciar a toda planificación familiar.

Deben abandonarse, con confianza, en las manos de Dios y considerar la llegada de cada hijo como un enorme don divino. Y es que los hijos no son bizcochos que ordenamos en una pastelería, de la forma y cuando queremos nosotros. No debemos olvidar que el hombre, procreando a sus hijos, se hace colaborador en la Creación, con Dios.

Procrear numerosos hijos es más un asunto de sacrificio, que de una situación material.

El stárets consideraba que las familias con muchos hijos son bendecidas enormemente por parte de Dios. Y ponía el siguiente ejemplo: Hubo un individuo, con muchos hijos, que murió siendo aún joven. Todos los que lo conocieron decían que tal hombre había sido una persona muy severa y que atormentaba a su esposa e hijos. Sin embargo, poco tiempo antes de morir, se arrepintió, pidiéndole perdón a su familia y confesándose con un sacerdote. Y el stárets comentaba, “Dios, recompensando su obediencia, por haber procreado numerosos hijos, le otorgó la salvación, liberando a la vez a su familia del duro comportamiento que solía tener hacia ellos”.

Otra familia, de entre sus hijos espirituales, se oponía con firmeza cada vez que el stárets les hablaba de concebir otro hijo (tenían ya tres). Uno de los irracionales argumentos del esposo, era que le preocupaba muchísimo que lo trasladaran, como funcionario de Estado que era, lejos de Atenas y las consecuencias que ésto supondría para la familia entera. Entonces, el Padre Epifanio, como siempre, le respondió con una de sus “recetas” espirituales: “Deja todo, hijo, con tu oración, en la providencia de Dios, para obtener resultados positivos”. Y así fue que el amor de Dios hizo que viniera el cuarto hijo y que al esposo le dieran un puesto de trabajo fijo. Efectivamente, fungió como funcionario en Atenas durante muchos años, siendo trasladado a otra ciudad sólo cuando sus hijos ya estaban grandes, y por un breve período.

En el bautizo del segundo bebé de una familia de hijos espirituales suyos, el padre enfatizó:

“Procrear muchos hijos es tanto testimonio como martirio. Testimonio, porque cada cristiano que tiene muchos hijos diariamente confiesa su fe, al dar cumplimiento al mandamiento divino referente a la procreación. Martirio, porque continuamente ha de sufrir la burla y las ironías de este mundo, pero también porque se consume permanentemente cuidando de su familia."

Una vez alguien le preguntó si estaba bien ayudar económicamente a una numerosa familia, en apariencia muy pobre. A aquella persona le preocupaba que el auxilio material que pretendía dar no fuera utilizado de forma debida. Entonces, el stárets le respondió:

“Hijo, tienen muchos niños y realmente necesitan de tu ayuda. Ayúdalos, sin inquirir mucho sobre su situación entera. ¿Quién engendra actualmente tantos niños? Los esposos no sólo no deben evitar concebir hijos, sino también deben renunciar a toda planificación familiar. Deben abandonarse, con confianza, en las manos de Dios y considerar la llegada de cada hijo como un enorme don divino. Y es que los hijos no son bizcochos que ordenamos en una pastelería, de la forma y cuando queremos nosotros. No debemos olvidar que el hombre, procreando a sus hijos, se hace colaborador en la Creación, con Dios.”

(Traducido de: Pr. Epifanie I. Teodoropulos, Crâmpeie de viaţă, Editura Evanghelismos, Bucureşti, 2003, p. 152-153)