A propósito de la Ascensión del Señor
Es la naturaleza humana la que Cristo-Hombre asentó a la diestra de Dios, llevándola a la participación con Él, a la potestad que dirige todo lo visible y lo invisible.
El Señor ascendió con gloria a los Cielos. ¿Cómo fue que ascendió Aquel que, siendo Dios, está en todas partes y todo lo colma? Y ascendió también nuestra naturaleza humana. Porque fue Dios-Hombre quien ascendió a los Cielos.
El Señor ascendió y se sentó a la derecha de Dios Padre. ¿Cómo vino a quedarse a la diestra de Dios Aquel que siempre está junto a Él, en un sólo mando y en el mismo altar? Es la naturaleza humana la que Cristo-Hombre asentó a la diestra de Dios, llevándola a la participación con Dios, a la potestad que dirige todo lo visible y lo invisible.
Así fue como se realizó la voluntad de Dios para con nosotros. El Hijo de Dios, descendiendo a la tierra, tomó al hombre sobre Sus hombros, como si se tratase de una oveja perdida, y lo llevó a Su Padre. ¡Exaltemos la bondad y la sabiduría de nuestro Dios, amante de la humanidad! No nos abandonó y no nos dejó presa de nuestro infortunio, sino que avergonzó el ardid del maligno y, deificando en Él Mismo nuestro ser, nos devolvió de forma redentora algo por lo que al principio fuimos engañados, para nuestra infelicidad.
Así pues, estremezcámonos, hermanos, por lo endeble de nuestros pensamientos y, alzándonos con la mente al cielo, presentémonos ante el altar de Dios, a los pies de la naturaleza humana glorificada en el Señor, y contemplémosla para nuestra mejor comprensión.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Viaţa lăuntrică, Editura Sophia, 2011, pp. 199-200)