A propósito de la relación entre Iglesia y cultura
Los servidores de la Iglesia son libres para trabajar de cerca con los hombres de arte y de cultura, para iluminar al mundo.
La cultura puede ser promotora de la devoción cristiana. En Rusia, durante el período soviético, cuando la literatura religiosa era inaccesible, las personas aprendían cosas sobre Dios leyendo los clásicos rusos. Entonces era imposible comprar o encontrar en las bibliotecas los escritos de San Isaac el Sirio, pero, no obstante, tenías acceso a los textos del stárets Zosimo de “Los Hermanos Karamazov”, inspirados en la obra de San Isaac. La literatura, el arte y la música rusa del siglo XIX, aunque seculares en la forma, conservaron un vínculo profundo con sus fundamentos religiosos originales. Y, a lo largo de la era soviética, la cultura rusa del siglo anterior cumplió con esa misión que, en circunstancias normales, hubiera sido tarea de la Iglesia.
Ahora, cuando la persecución religiosa llegó a su fin, la Iglesia ha entrado en la arena de la libertad: no hay más obstáculos en el camino de su misión. Entre Iglesia y cultura había un muro, construido artificialmente en los tiempos soviéticos. Hoy, esto ha terminado. Los servidores de la Iglesia son libres para trabajar de cerca con los hombres de arte y de cultura, para iluminar al mundo. La Iglesia, el arte y la cultura son copartícipes de un campo misionero común y juntos asumen la tarea, también común, de irradiar esa luz.
(Traducido de: Mitropolitul Ilarion Alfeiev, Cântul inimii – puterea cuvântului şi a muzicii, traducere de Laura Mărcean și Olga Bersan, Editura Sophia, Bucureşti, 2012, pp. 16-17)