A propósito de la riqueza y la pobreza
Así ha sido siempre el hombre. Dios le da de todo, y él debe elegir solamente lo que necesita y cuánto necesita.
La riqueza no es un pecado, si se obtiene honradamente y de ella se alimentan muchos, en tanto que la pobreza no es una virtud, si el hombre no ha elegido el camino de la renuncia a todo lo terrenal, con tal de servirle a Cristo.
¿Qué hace el marinero experimentado cuando su nave está por hundirse? Arroja al agua todos los tesoros que haya en el barco, para salvar su vida... ¡para salvarse para la Vida! Pero, quien no se atreve a arrojar nada, se hunde con todo y sus bienes, eligiendo la muerte del cuerpo y del alma. Así ha sido siempre el hombre. Dios le da de todo, y él debe elegir solamente lo que necesita y cuánto necesita. Un rico sufría de una grave enfermedad y tenía que operarse, pero dicha intervención era muy cara. Rehusándose a pagar para poder sanarse, aquel hombre murió, y su herencia fue entregada a unos familiares que la repartieron rápidamente.
(Traducido de: Părintele Iustin Pârvu, Daruri Duhovnicești, Editura Conta, p.16 )