A propósito de la vida en soledad y la práctica del ascetismo
“¡Ay del solitario, porque si cae (en la dejadez, el sueño desmedido, la pereza o la desesperanza), no tendrá quién lo levante!”.
Para la primera norma, es decir, para la vida en soledad, considerando ante todo lo excelso de semejante forma de vida, propicia únicamente para los más experimentados, para quienes se han purificado y para aquellos que de forma gratífica han sido llamados a practicarla, por obra de la Divina Providencia; y, por otra parte, conociendo nuestra debilidad —propia de principantes y pecadores— y los engaños del enemigo en nuestra vida, traigo el siguiente testimonio de la Escritura: “¡Ay del solitario, porque si cae (en la dejadez, el sueño desmedido, la pereza o la desesperanza), no tendrá quién lo levante!”.
(Traducido de: Sfântul Paisie de la Neamț, Cuvinte și scrisori duhovnicești,volumul 2, Editura Doxologia, Iași, 2010, p. 140)