A propósito de las diferencias entre hombre y mujer
El hombre y la mujer tienen sus propias funciones, específicas del uno y la otra, y el Señor dispuso que no solamente la naturaleza física, sino también la naturaleza psicológica correspondiera y sirviera a ese objetivo.
La “emancipación” no es una dignificación, sino una degradación de la mujer, porque representa una negación de su esencia, del maravilloso y muy noble cometido femenino de guardar la paz y el amor en la familia, y de ser el vaso en el que se concibe una nueva vida.
El hombre y la mujer tienen sus propias funciones, específicas del uno y la otra, y el Señor dispuso que no solamente la naturaleza física, sino también la naturaleza psicológica correspondiera y sirviera a ese objetivo. La mujer ya puede portar ropa de hombre o hacer alguna tarea “masculina” (a veces, con gran eficiencia), pero, pensar y sentir como un varón, eso no lo podrá hacer jamás. Ciertamente, el alma de la mujer nunca podrá pretender ser la de un hombre. (...) Por otra parte, el hombre jamás podrá experimentar el gozo que se le concedió únicamente a la mujer: la maternidad y la capacidad de amar y sentir, específica del sexo femenino.
(Traducido de: Pr. Pavel Gumerov, El și ea: în căutarea armoniei conjugale, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2014, p. 19)