Palabras de espiritualidad

A propósito de los bebés que son abandonados por sus madres

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Los ojos de la bebé abandonada se distinguían enormemente de la mirada de los niños que gozaban de la ternura, el consuelo y el amor materno.

Entre las causas espirituales de las enfermedades que aparecen en los niños por culpa de los padres, hay algunas que podrían parecer menos evidentes. En el ejercicio de su profesión, el pediatra ortodoxo T. Kostenko ha conocido varios casos de una injustificable enfermedad de nuestros días: los niños abandonados. El gesto materno (de abandonarlos) les provoca un profundo shock espiritual-moral. Su reacción al abandono es muy característico.

Veamos un caso. Cuando una recién nacida fue llevada a brazos de su madre para ser amamantada, la pequeñita sonreía, era comunicativa, y esto le ayudaba a ir ganando peso. Sólo cuando fue abandonada pareció convertirse en otra niña. Su apariencia se tornó sombría, llena de tristeza y de una gran soledad interior. Comía poco, parecía nostálgica y apática. En general, los niños sienten con fuerza la “traición” de la madre, la soledad, el enajenamiento, la situación sin salida que inesperadamente tienen que enfrentar. No lo entienden tanto como lo sienten.

Los pediatras determinaron que la bebé se había enfermado. Con todo, luego de algunos días, su estado pareció mejorar. Sin embargo, la expresión de sus ojos siguió siendo distinta. En ellos se podía leer la incertidumbre mezclada con el asombro y la súplica. Los ojos de la bebé abandonada se distinguían enormemente de la mirada de los niños que gozaban de la ternura, el consuelo y el amor materno.

Desde un punto de vista teológico, no hay nada difícil de entender. El rechazo consciente a cuidar al propio hijo, con tal de satisfacer sus propios intereses (el deseo de la madre de conservar su forma de vida anterior, como su profesión o sus negocios, etc.), es una cruel manifestación de la indiferencia ante el pequeño.

(Traducido de: Konstantin V. Zorin, Păcatele părinţilor şi bolile copiilor, traducere din limba rusă de Adrian şi Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, Bucureşti, 2007, pp. 24-25)