Palabras de espiritualidad

A propósito del árbol de Navidad

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Nos alegramos y celebramos, porque el Árbol de la Vida floreció del vientre de la Virgen.

Creo que la costumbre de decorar un árbol para la Navidad no es una simple tradición que prestamos de Occidente y que tendríamos que reemplazar con otras costumbres más “ortodoxas”. No he estudiado profundamente la historia del árbol de Navidad ni de dónde proviene esta tradición, pero creo que tiene una auténtica relación con la fiesta de la Natividad del Señor, en su verdadero sentido.

En primer lugar, el árbol de Navidad tiene relación con la profecía de Isaías, que dice: “Un brote saldrá del tronco de Jesé, un vástago surgirá de sus raíces” (Isaías 11, 1). San Cosme el el Mélodo examina esta profecía, en un texto en el que habla de Cristo como una flor que brotó del tallo de la Virgen y de la raíz de Jesé. La raíz es Jesé, padre del profeta David, el tronco es el rey David, la flor que brotó de la raíz y del tronco es la Madre de Dios. Y el fruto nacido de esta flor es Cristo. La Santa Escritura nos presenta esto de una forma maravillosa. Así, el árbol de Navidad nos puede evocar el árbol genealógico de Cristo como hombre, el amor de Dios, y también la pureza de cada ancestro de nuestro Señor. Y en la parte más alta del árbol se halla la estrella, Dios-Hombre, Cristo.

Entonces, el árbol de Navidad nos recuerda tanto el Árbol del Conocimiento, como el Árbol de la Vida; en especial este último. Nos enfatiza con claridad el hecho de que Cristo es el Árbol de la Vida y que nosotros no podemos vivir o realizar el propósito de nuestra existencia si no gustamos de este Árbol dador de vida. La Navidad no puede concebirse sin la Santa Comunión y, desde luego, no nos podemos hacer partícipes de la deificación en Cristo sin haber vencido al mal, cuando somos tentados ante el Árbol del Conocimiento del bien y del mal, en donde es puesta a prueba nuestra libertad. Nos alegramos y celebramos, porque el Árbol de la Vida floreció del vientre de la Virgen.