A propósito del celibato autoimpuesto por el laico
Dejar de esperar algo de la vida significa ceder ante la más destructiva de las tentaciones.
Como acto espiritual y toma de posición, el celibato no-monástico representa un giro decisivo en la vida de una persona que no ha encontrado su camino ni en el monacato ni en el matrimonio. El mayor error sería convertir en destino una condición impuesta únicamente por las circunstancias de la vida. La ausencia de algo nunca puede realizar ni construir plenamente a un ser. Dejar de esperar algo de la vida significa ceder ante la más destructiva de las tentaciones.
La espera positiva consiste en una plena asunción del presente, sin querer prever nada acerca del día de mañana. La verdadera renuncia a una situación concreta (el matrimonio, por ejemplo), para que sea positiva y nos enriquezca, solo puede ser condición para la aceptación libre y plena de otra situación (el celibato, por ejemplo) como punto de partida de una vocación actual. Esta vocación nunca debe ser simplemente soportada, sino siempre aceptada y asumida, de modo que dé plenitud a la existencia en el momento presente.
(Traducido de: Paul Evdokimov, Taina iubirii. Sfinţenia unirii conjugale în lumina tradiţiei ortodoxe, Editura, Christiana, București, pp. 81-82)
