Palabras de espiritualidad

Pulverizando los malos pensamientos

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

Para ser cristiano no basta con asistir cada domingo a la Divina Liturgia, pronunciar cada día algunas oraciones o respetar los períodos de ayuno establecidos por la Iglesia, si en el resto vives como todos los demás.

Para ser cristiano no basta con asistir cada domingo a la Divina Liturgia, pronunciar cada día algunas oraciones o respetar los períodos de ayuno establecidos por la Iglesia, si en el resto vives como todos los demás. Además de lo mencionado, necesitas —y esto es esencial— entablar lo que los Padres llaman una "guerra invisible" o triturar con la Piedra —que es Cristo— a los retoños de Babiloina, es decir, los malos pensamientos. Porque cada día, sin cesar, ante nuestro corazón desfila un sinfín de pensamientos malos o inútiles, que dejamos deambular sin detenerlos, hasta que nos lo terminan oscureciendo y llevándonos al pecado. Deseos pecaminosos de toda clase, como juzgar a los demás, los celos, la envidia, la enemistad, el enojo… Por eso, estemos muy atentos cuando un pensamiento de ese tipo brote en nuestro interior. Cuando ese pensamiento aún sea un pequeño retoño de Babilonia, es decir, del demonio y de nuestras pasiones, pulvericémoslo con la Piedra, es decir, desbaratémoslo inmediatamente, diciendo: "¡Señor Jesucristo, ten piedad de mí!".