Que cada día sea un paso más hacia Dios
Día a día, olvídate cada vez más de ti mismo y vuélvete cada vez más a Dios. Vive menos para ti y más para Él.
Comienza poniendo orden en tu fe, para darle un sentido, una guía a tu propia vida, orientándola a Dios. Sin Él, la vida está vacía, es inútil, una nada. Con Él, la vida es rica y llena de propósito.
Permanece con Dios cada día, momento a momento.
Hazte un camino hacia Él con tus pensamientos y tus acciones.
Dios, como Creador de todo, en todo puso un fundamento divino. Puedes gozarte de todo, espiritualmente, como es el propósito de Dios, pero pensando siempre en Él. Porque llegará el momento en el que tendrás que rendir cuentas de cómo utilizaste todo lo que había en tu vida.
Hagas lo que hagas, por insignificante que parezca, encomiéndalo a Dios y realízalo como si te hallaras frente a Él.
Esmérate en hacer todo con Dios, y sin Él no hagas nada. Para esto es que tienes la santa oración. Pon su levadura en cada uno de tus actos y en cada uno de tus pensamientos. Cuando empieces algo, pídele a Dios Su bendición y agradécele cuando hayas terminado. Atribúyele a Él tus logros y pídele perdón por tus fracasos. Ora al trabajar, o al menos trabaja guardando el espíritu de oración. Porque la oración favorece, como nadie más podría hacerlo, la unión del hombre con Dios.
Día a día, olvídate cada vez más de ti mismo y vuélvete cada vez más a Dios. Vive menos para ti y más para Él. Únetele cada vez más.
Antes de acostarte, enumera tus faltas y arrepiénte de ellas. Al amanecer, empieza nuevamente, de manera que cada jornada sea un paso más hacia Él.
La vida no es dejadez e indiferencia, sino acción y trabajo. Vive siempre con Cristo, para no estar viviendo en vano. Para que, en la eternidad, puedas vivir con Él, Quien es “todo en todos” (Colosenses 3, 11).
(Traducido de: Jean-Claude Larchet, Ține candela inimii aprinsă. Învățătura Părintelui Serghie, Editura Sophia, pp. 107-108)