¿Qué debo hacer con el talento que se me concedió?
Nadie tiene el derecho de hacer lo mismo que el siervo de la parábola, quien enterró su talento.
Este es el significado de la “Parábola de los talentos”: alguien hace determinada inversión, para obtener algo con ese dinero. Si la persona (que recibe dichos fondos) se esmera, y si tiene las cualidades requeridas para tal empresa, doblará o triplicará lo invertido, aquello que se le concedió. Otro, quizá menos capaz, recibirá menos, pero también dará frutos de lo invertido. Pero nadie tiene el derecho de hacer lo mismo que el siervo de la parábola, quien enterró su talento. ¿Por qué lo enterró? Porque se asustó, temeroso de perder lo que se había invertido en él, o de malgastarlo, o de utilizarlo equivocadamente. “¿Qué haré cuando tenga que rendir cuentas?”, pensó. Y enterró aquello que se le había dado. O, dicho de otra manera, lo escondió, lo puso en algún lugar oculto, lo envolvió y se lo metió en el bolsillo. Así, cuando llegó el momento de dar cuentas ante su señor, todos mostraron los frutos de lo invertido, menos este último. Y fue castigado, pero no por no haber producido nada para su patrón, sino por no haberse puesto en acción, por no haber hecho nada, por no haberse decidido a actuar.
(Traducido de: Antonie Bloom, Despre credință și îndoială, Editura Cathisma, București, 2007, pp. 15-16)