Que el amor reine sobre todas las leyes y normas
¡Seamos exigentes con nosotros mismos!
Los mares se secan, los montes se erosionan, pero la gloria de Cristo permanece para siempre.
La muerte significa transfiguración. No le temamos a la muerte, mejor temámosle al Día del Juicio. Cuando tenemos que pasar algún examen ante cualquier profesor, el corazón nos palpita con fuerza. Si esto nos ocurre ante un mortal, ¡cómo nos habremos de sentir cuando nos presentemos ante el Creador! ¡La grandeza de Dios es verdaderamente inefable!
Nuestra alma le pertenece a Aquel que nos la otorgó.
Intentemos esforzarnos espiritualmente de manera constante. Cuando Dios vea ese estado de nuestro espíritu, nos dará todo lo que necesitamos.
Dios no abandona al hombre, es el hombre quien se aleja de Él. El infierno es el alejamiento de Dios.
Dios es amor, bondad, justicia infinita. Quien ama la bondad y la justicia, ama también a Dios y Dios le ama como a Su propio hijo.
La conciencia es un pequeño Dios. Antes de irnos a dormir, hagámonos un breve examen de conciencia: cómo fue que pasamos el día, qué hicimos durante esta jornada, en qué erramos, que deberíamos haber hecho y no lo hicimos... ¡Seamos exigentes con nosotros mismos!
Hablar mucho es una ofensa para Dios.
Que el amor reine aún sobre todas las leyes y normas.
(Traducido de: Sfântul Gabriel, mucenic și nebun după Hristos (sfânt georgian), Învățături)