Nada alaegra más a Dios que vernos volver a Él, apartándonos del mal y buscando practicar las virtudes. Confiésate, revela y llora tus pecados, y te harás puro ante el Señor, Quien ve lo que hay en los corazones.

Si quieres purificarte, primero confiesa tus iniquidades para que puedas corregirte, y no vuelvas más al camino que seguías antes.

Ora sin cesar, porque los lobos no le temen tanto a la espada como el demonio a la oración. Recuerda constantemente que un día tu alma dejará tu cuerpo, acuérdate de que habrás de morir, acuérdate del juicio de Dios y también del infierno, para que después no te arrepientas en vano.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, p. 150)