¿Qué es el pecado?
El pecado es privarnos de la vida eterna, es decir, de la Gracia no-creada de Dios. Sin embargo, esa privación no es una abstracta, sino la enfermedad del órgano pensante del hombre, la mente.
San Simeón el Nuevo Teólogo subraya que el pecado es, en realidad, “caernos” de la gloria de Dios y perder la dignidad celestial. La vida natural del hombre consiste en revestirse con el resplandor del Espíritu Santo, en permanecer en Dios y Dios en él, en deificarse por la Gracia y hacerse hijo de Dios, para obtener la luz del conocimiento de Dios. De esta forma, no pecar no es “cumplir con la ley, sino guardar inalterable la imagen y la dignidad celestial”. Con esto se entiende que el pecado es, de hecho, salir de la comunión y unidad con Dios.
San Gregorio Palamás entiende de la misma forma este asunto. Hablando del pecado de Adán y, desde luego, de cualquier otro pecado —que no es sino la repetición de la falta de Adán—, San Gregorio dice que “el pecado es que la persona se prive de la Palabra de Dios, y también de la relación con la legión de ángeles y la vida eterna”. Y agrega: “¿Quién no habría de lamentarse, siendo consciente de lo que ha perdido?”. En consecuencia, el pecado es privarnos de la vida eterna, es decir, de la Gracia no-creada de Dios. Sin embargo, esa privación no es una abstracta, sino la enfermedad del órgano pensante del hombre, la mente (νούς). Por este motivo, cuando San Gregorio habla del alejamiento de nuestra mente de Dios, lo hace refiriéndose a la oscuridad de la mente. “La mente que ha caído de Dios se vuelve o diabólica o instintiva”. Y, desde luego, subraya el hecho que la mente del hombre “fue creada por Dios para dominar y controlar las pasiones, cuando, raptada por Él, es sacada de las cosas ajenas a su esencia y de las malas acciones”.
Observando el pecado desde esta perspectiva, podemos entender lo que es la metanoia (contrición). Ya que el pecado es la oscuridad de la mente y la privación de la gloria divina, la metanoia es la iluminación de la mente y su retorno a la gloria primordial. San Simeón el Nuevo Teólogo dice que “la metanoia es la puerta que nos saca de la oscuridad y nos introduce a la luz”. San Gregorio Palamás, refiriéndose a este estado, dice que la metanoia es el volver a la gloria original y, en consecuencia, la sanación del hombre. Por eso, dice: “Al nacer en el alma la metanoia, apartamos nuestra mente del hábito pérfido y del conocimiento pecaminoso... sanando nuestra maldad, pero sin dejarnos matar por esta”.
En consecuencia, el pecado no es una caída del mundo de las ideas ni la pérdida de los arquetipos, sino la oscuridad de la mente, por medio de la cual el hombre pierde la comunión y la unidad con Dios. Y, cuando en los escritos de los Santos Padres encontramos una terminología legalista, ética, sociológica y psicológica, se trata, de hecho, de una extención del concepto teológico, porque, en verdad, cuando la mente se oscurece, esto tiene consecuencias en los campos psicológico, sociológico y ético.
(Traducido de: Hierotheos Vlachos, Mitropolit de Nafpaktos, Spovedania și vindecarea sufletului, Editura Doxologia, Iași, 2013)