Palabras de espiritualidad

¿Qué es el pecado?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Si el pecado es un mal tan atroz en su esencia y tan letal en sus consecuencias, ¿por qué pecamos con tanta facilidad?

El único Anfitrión que puede hacer felices a nuestras almas es Dios. Y si Dios es nuestra felicidad completa y nuestro mayor bien, está claro que lo que se interpone en nuestro camino hacia Él es el mal más grande para nosotros: el pecado.

En vano buscan algunos encontrar el más grande mal para los hombres en otra parte, lejos del pecado. Algunos consideran la enfermedad como el peor de los males, otros la pobreza, otros la muerte. Sin embargo, ni las enfermedades, ni la pobreza, ni la muerte, ni cualquier otro problema humano podría ser para nosotros un mal tan grande como lo es el pecado. Porque estas tribulaciones terrenales no nos apartan de Dios, si nosotros lo buscamos con sinceridad. De hecho, nos acercan a Él. 

La Palabra de Dios dice: “el pecado es la iniquidad” (I Juan 3, 4). Esto significa que el pecado es la vulneración de la ley divina. Cualquier infracción a una ley, estatal o natural, trae consigo el castigo. El pecado, siendo la infracción a la ley más importante —la santa voluntad de Dios— atrae consigo los castigos más severos. Sin embargo, si elegimos permanecer en el pecado, si no deseamos arrepentirnos de ellos, nos quedaremos bloqueados en una actitud contraria a Dios, y Él dejará que nos encaminemos a donde queramos.

Si el pecado es un mal tan atroz en su esencia y tan letal en sus consecuencias, ¿por qué pecamos con tanta facilidad? ¿Cómo fue que llegamos a amistarnos tan íntimamente con nuestros propios pecados, a acostumbrarnos con ellos de una manera tan fuerte, que, a día de hoy, muchos, si no todos, creen que el pecado es algo inevitable en la vida? ¿Y cómo hemos podido y podemos seguir soportando la suciedad, el polvo y las arañas de las recámaras de nuestros corazones, en semejante desorden y en el hedor de nuestras propias iniquidades?

(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Leacul uitat - Sfânta Taină a Spovedaniei, editura Sophia, pp. 19, 24)