¿Qué es lo que caracteriza al hombre que ha alcanzado la santidad?
El nivel más alto del humano es la santidad; es el lugar en el que el hombre siente, finalmente, que no podría desear nada más.
Por su propia naturaleza, el hombre no siempre sigue el camino que asciende. Al contrario, ya que el camino hacia abajo es mucho más sencillo y practicable, es más buscado y utilizado. De ahí que muchos hayan empezado a creer que es el camino a seguir por todos. Y, con esto, la naturaleza del hombre quedó marcada con el sello del pecado.
Pero el hombre puede ser librado de esa anomalía con el ejemplo de la santidad. Mucho más apreciado e imitado en el pasado, mucho más despreciado y marginado hoy, el santo es el más grande restaurador de almas y tiempos.
El santo despierta la conciencia a una vida nueva, a una vida distinta a la nuestra, a la de nuestros hábitos diarios. El santo abre un camino ascendente, quizás oculto, pero tan humano a este ser olvidado en su propia desviación, seducido por los influjos de una tierra aún por conquistar.
La santidad es una reprimenda permanente a las decadentes inclinaciones del hombre. La santidad fija un punto luminoso, el más alto en el cielo de nuestra espiritualidad, en el cual el precio de esta vida se hace mucho más grande. Acercarnos a él nos lleva a adentrarnos en las más ricas experiencias y las bellezas más puras.
El santo es el hombre para el cual “sentido” significa el vivir consciente y voluntario de una realidad permanente y perfecta. El santo es el hombre que ha recibido los dones de Dios. Por eso, el nivel más alto del humano es la santidad; es el lugar en el que el hombre siente, finalmente, que no podría desear nada más.
(Traducido de: Ernest Bernea, Îndemn la simplitate, Editura Anastasia, 1995, pp. 116-117)