Palabras de espiritualidad

¿Qué esconde tu generosidad?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Si queremos hacernos agradables a Dios, nuestras acciones —aparentemente encomiables— deben ser buenas también en su interior, en su centro, en el corazón. Toda acción que realicemos bajo el aspecto de la generosidad debe nacer de un corazón honesto.

Pensemos en dos manzanas, igual de lustrosas y agradables a la vista; aunque nos atraiga su aspecto exterior, no podríamos saber qué es lo que hay en el interior de cada una de ellas, porque mientras una podría tener el centro podrido y hediondo, la otra puede que lo tenga igual de fresco y fragante que su exterior.

Lo mismo ocurre con los actos de los hombres. Los logros de muchos parecen dignos de encomio sin hacer diferencia, aunque por dentro sí que difieran, porque no provienen del mismo tipo de corazones. Por ejemplo, hay uno que practica la caridad por amor a Dios y al prójimo, en tanto que otro lo hace por amor propio y vanidad, buscando el elogio de los demás. Este último es soberbio y orgulloso, en tanto que el primero es verdaderamente generoso.

Hay uno que viene y le pide perdón a otro a quien ofendió, profundamente apesadumbrado por haberle enfadado. Mientras tanto, hay otro que también suplica ser perdonado, pero solamente para no ser enviado a juicio. Este último sufre por causa del orgullo, en tanto que el primero tiene un amor verdadero.

¿Qué aprendemos de todo esto? Si queremos hacernos agradables a Dios, nuestras acciones —aparentemente encomiables— deben ser buenas también en su interior, en su centro, en el corazón. Toda acción que realicemos bajo el aspecto de la generosidad debe nacer de un corazón honesto.

(Traducido de: Sfântul Tihon din Zadonsk, Dumnezeu în împrejurările vieţii de zi cu zi, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, p. 118)