¡Qué fácil es caer en la vanidad!
Sé diligente en el cuidado de tu alma, sin intentar evidenciarlo exteriormente con el movimiento de tu cuerpo, ni con tu aspecto, ni con tus palabras.
La vanagloria es una cosa sutil: no nos abandona ni cuando oramos en la iglesia. Veamos qué dice al respecto San Juan Climaco: “Debes esta atento, no sea que, hallándote reunido con tus hermanos, quieras mostrarte más justo y virtuoso que ellos en cualquier aspecto. Si haces esto, estarás cometiendo dos infamias al mismo tiempo: herirás a tus hermanos con tu falsa devoción, y te harás culpable de pensar y actuar con soberbia. Sé diligente en el cuidado de tu alma, sin intentar evidenciarlo exteriormente con el movimiento de tu cuerpo, ni con tu aspecto, ni con tus palabras”.
(Traducido de: Sfântul Luca al Crimeei, La porțile Postului Mare, Editura Biserica Ortodoxă, București, 2004, p. 45)