Qué hacer con los defectos del otro. ¿Los soportamos o intentamos transformarlos en virtudes?
Debemos poner las cualidades del otro, además de nuestros propios errores y pecados, en dos alforjas, adelante. Y los errores del otro, junto a nuestras cualidades, en las dos alforjas de atrás.
Todos tenemos defectos. Denos un consejo... ¿Qué hacer con los defectos del otro? ¿Los soportamos o intentanos transformarlos en virtudes? En general, ¿cómo debemos actuar?
—Ni una ni otra cosa. Debemos poner las cualidades del otro, además de nuestros propios errores y pecados, en dos alforjas, adelante. Y los errores del otro, junto a nuestras cualidades, en dos alforjas, atrás. Procediendo así, veremos siempre frente a nosotros sólo las calidades del otro y nuestros propios defectos. Y detrás nuestro tendremos nuestras propias cualidades —porque no es bueno tenerlas a la vista— junto a los defectos del otro. Con esto nos preocuparemos, antes, de sacarnos la viga de nuestro ojo y sólo después, la paja del ojo de nuestro prójimo. Si quieres hacer que el otro cambie, deberás utilizar una diplomacia muy complicada, porque semejante tarea debe realizarse casi imperceptiblemente. Si se hace evidente, no se sabe cómo podría reaccionar el otro y talvez nada salga bien.
(Traducido de: Părintele Nicolae Tănase, Soțul ideal, soția ideală, Editura Anastasis, Sibiu, 2011, p. 35)