¿Qué hacer cuando nuestro hijo deja la casa?
Puede que los chicos hoy no se den cuenta de lo que es bueno, porque sus mentes aún no han madurado, manteniéndose en penumbras. Aún no tienen la claridad mental necesaria para distinguir el peligro que enfrentan y el daño irreparable que pueden sufrir.
Padre, ¿qué podemos hacer cuando nuestro hijo se va de la casa?
—En tales situaciones, los padres deben mantener el contacto con el chico, de manera que, al espabilar, pueda volver a casa. Deben hablarle con bondad, intentando despertarle la conciencia, para poder ayudarle. Si, por ejemplo, el muchacho sale de noche, la mamá debe decirle: “Hijo mío, escúchame un poco: si tú estuvieras en mi lugar y tus hijos volvieran tarde de afuera, ¿no te intranquilizarías?”.
Aún la peor de las faltas no debe hacer que los padres caigan en desesperanza, porque en nuestros tiempos el pecado se ha vuelto una moda. Que nunca pierdan de vista lo siguiente: los chicos de hoy tendrán algunas circunstancias atenuantes para las faltas que cometen. En estos días, un “7” a discreción tiene el valor de un “10” o un “Muy bien” de nuestros tiempos. Desde luego, los padres deben intentar ayudar a sus hijos, pero sin intranquilizarse desmesuradamente, porque tarde o temprano estos terminarán espabilando. Puede que hoy no se den cuenta de lo que es bueno, porque sus mentes aún no han madurado, manteniéndose en penumbras. Aún no tienen la claridad mental necesaria para distinguir el peligro que enfrentan y el daño irreparable que pueden sufrir.
Es bueno que los padres les demuestren a sus hijos todo el dolor que les causan sus desmanes. Deben, también, orar por ellos, pero sin apresurarse. La oración que se hace con dolor produce resultados eficientes. Si, después de esto, el chico comete alguna falta grave, los padres deben intervenir, pero con tacto. Si, al contrario, no se trata de algo grave, pueden dejarlo pasar, para evitar que todo termine en un enfado, empeorando la situación y apartando más al muchacho. Que le pidan a Cristo y a la Madre del Señor que lo protejan.
(Traducido de :Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, volumul 4: Viața de familie, traducere de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2003, pp. 112-113)