¡Que no se nos olvide que nuestra salvación depende de lo que hagamos en esta vida!
El hombre debe pensar siempre —y con profundidad — que la vida no es un juego. Es una medida de años que Dios nos da para que cada uno de nosotros trabaje en su salvación.
Es bueno y beneficioso para nuestra alma que meditemos, que pensemos profundamente cuánto ha hecho el amor de Dios por nosotros, los hombres. No hay nada que haya quedado sin realizar en el plan de Dios para salvar a la humanidad de la muerte eterna.
La pérdida de la salvación significa haberlo perdido todo. Si pierdes la eternidad, pierdes también a Dios, a la Madre del Señor, a todos los santos, a los ángeles. Es estropearlo todo por tu falta de fe o con tus actos desagradables a Dios.
El hombre debe pensar siempre —y con profundidad — que la vida no es un juego. Es una medida de años que Dios nos da para que cada uno de nosotros trabaje en su salvación. Si no valoramos este tiempo, ahora, no ganamos nada. Con este tiempo, ahora, podemos lograr obtener la eternidad, la felicidad eterna.
(Transcripción y adaptación de una entrevista realizada al padre Simeón Zaharia, para TRINITAS TV, en abril de 2016)