Que nuestro ser le hable sinceramente a Dios
“Cuando muere alguien cercano a ti, no buscas un libro para aprender a lamentarte y llorar. Debido al gran dolor que sientes, las palabras brotan espontáneamente en tu alma. Del mismo modo, en la oración tenemos que dejar que nuestro ser le diga a Dios qué es lo que le duele”.
Jerónimo, un anciano monje de Egina (Grecia), decía: “Hay muchos que no soportan estar un solo momento sin orar, y cuando esto sucede, cuando tienen que detener su oración, sufren mucho. Esas horas en las que quisieran orar, pero no pueden, son para ellos un verdadero martirio”. Y agregaba: “Cuando muere alguien cercano a ti, no buscas un libro para aprender a lamentarte y llorar. Debido al gran dolor que sientes, las palabras brotan espontáneamente en tu alma. Del mismo modo, en la oración tenemos que dejar que nuestro ser le diga a Dios qué es lo que le duele”.
(Traducido de: IPS Andrei Andreicuț, Mai putem trăi frumos? Pledoarie pentru o viață morală curată, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2004, p. 43)