¡Qué pocos son los hombres de paz hoy en día!
Primero debemos tener la paz en nuestro interior, y luego la podremos transmitir a los demás. Aquí, en la tierra, son pocos los verdaderamente humildes y mansos, pero son felices.
Es nuestro deber esforzarnos para que haya paz en nuestro hogar. La paz brota de cada uno de nosotros. Primero debemos tener la paz en nuestro interior, y luego la podremos transmitir a los demás. Aquí, en la tierra, son pocos los verdaderamente humildes y mansos, pero son felices. No se sienten lastimados, aunque los hieras. No importa cómo te comportes con ellos, que siempre están en paz y tranquilos; solo sienten compasión por ti, porque te ven sufrir tanto.
(Traducido de: Starețul Tadei de la Mănăstirea Vitovnița, Pace și bucurie în Duhul Sfânt, Editura Predania, București, 2010, p. 107)