¿Qué podemos hacer cuando sentimos que no podemos amar?
Si sé que cada persona tiene un valor eterno, debo concluir que su felicidad eterna depende también de mí.
¿Cómo llegar a amar? ¿Qué podemos hacer cuando descubrimos que no somos capaces de amar? ¿Cómo evitar caer en la desesperanza?
“Señor Jesucristo, amor infinitamente compasivo, infinito y generoso, danos Tu amor a los hombres. ¡Concédenos amar a todos como los amas Tú, Jesús! Amén”.
«Debemos compartirnos. Tenemos que entregarnos, compartiéndonos al otro. Muchos dicen: “No tengo paciencia en la oración… me vienen toda clase de pensamientos”. Pero, si nos acordamos del otro en nuestra oración, inmediatamente esta se llenará de fuerza. “Señor y Dios mío, te pido que me ayudes. Te pido también por mi hijo, por mi hija, por mi esposa y por mi amigo”. Dios permanece presente en mi oración cuando pienso en el otro que tiene necesidad, sintiéndome responsable de él.
Si conozco a Dios como Persona, entonces la persona humana tiene un valor. Si sé que cada persona tiene un valor eterno, debo concluir que su felicidad eterna depende también de mí. Esto ennoblece nuestras relaciones. De lo contrario, actuaré como alguien que sabe que no tiene nada qué hacer con un individuo de una especie de la que me puedo burlar cuando quiera, porque cualquier otro podría reemplazarlo.
Esta persona tiene un valor único, pero depende de mí, al compartir lo que soy, que él devenga en humano y se salve. Entonces sentiré todo el tiempo una gran responsabilidad por cada quien. Me comportaré con una gran delicadeza ante cada quien y le ayudaré, en la medida de mis posibilidades, a que se haga persona. El tema de la deificación es en realidad el de la humanización del hombre por medio del amor divino».
(Traducido de: Marc-Antoine Costa de Beauregard, Preot Dumitru Stăniloae, Mica dogmatică vorbită, dialoguri la Cernica, Editura Deisis, p. 197)