Palabras de espiritualidad

¿Qué representa el incensario en el culto ortodoxo?

  • Foto: Florentina Mardari

    Foto: Florentina Mardari

El incensario representa la humanidad del Señor, el fuego Su divinidad y el humo, el aroma del Espíritu Santo.

El incensario es un pequeño recipiente de metal, sostenido por tres cadenitas que se unen en una pequeña tapa que usualmente tiene dos argollas, utilizadas para insertar los dedos pulgar e índice, o índice y medio de la mano derecha. Es utilizado para incensar en los oficios litúrgicos establecidos en el Tipikón.

La necesidad del incensario en los servicios litúrgicos es tan antigua como la misma utilización del incienso, que el culto cristiano heredó de las disposiciones del Antiguo Testamento. Los primeros incensarios utilizados por los cristianos eran simples recipientes de arcilla, cerámica o metal, con o sin asa, tal como se utilizan actualmente en algunas parroquias en los oficios funerales, o pequeñas vasijas con un asidero corto, como se siguen utilizando en algunos monasterios de monjas en determinadas ceremonias. La forma actual del incensario litúrgico data, de acuerdo a algunos expertos en la materia, del siglo XII.

De acuerdo a San Germán de Constantinopla (s. VIII), el incensario representa la humanidad del Señor, el fuego Su divinidad y el humo, el aroma del Espíritu Santo. Según otra interpretación atribuida al mismo San Germán, la copa del incensario representa el virginal vientre de la Madre del Señor, que portó al divino lignito, Cristo, así como la pila del Santo Bautismo, que contiene los carbones encendidos con el fuego divino del Espíritu Santo. De igual forma, el incensario recuerda el altar del Tabernáculo y del Templo, a donde se llevaba sacrificio permanente de incienso ante Dios.

Trabajados artísticamente, algunos incensarios tienen grabados de plantas y animales, simbolizando que la naturaleza entera eleva oraciones de alabanza a Dios, junto a la humanidad.

(Traducido de: Preot Prof. Univ. Dr. Ene Braniște, Liturgica generală, volumul II, Editura Basilica, București, 2015, pp. 291-292)