¡Qué reprobable es la vida del que no ama!
Quien no haya alcanzado el amor se hará herramienta del enemigo y se perderá en todos los caminos, porque nunca sabrá que anda en la oscuridad.
Oprobioso y reprobable es aquel que está lejos del amor. Porque, soñando, deja pasar los días. ¿Y quién no habría de lamentarse por el hombre que se mantiene lejos de Dios, privado de la luz porque vive entre tinieblas? Porque, hermanos, aquel que no tenga el amor de Cristo, es que es Su enemigo. Porque no mentía quien dijo: “Quien odie a su hermano es un asesino y vive en la oscuridad, y por todo pecado se deja atrapar con facilidad” (I Juan 2, 11; 3, 15). Ciertamente, el que no ama se enciende fácilmente en la ira, se irrita con rapidez y es raudo para caer en el odio. El que no ama se goza con la injusticia cometida a los demás, no sufre con el que yerra, no extiende la mano al que ha caído, no aconseja al que ha fallado, no fortalece al que vacila. El que no ama está ciego en su mente, es amigo del demonio y ejecutor de toda clase de maldad: engendra riñas, es camarada de los que juzgan, consejero de los que oprimen, mentor de los envidiosos, practicante de la vanidad, vasija del orgullo.
En pocas palabras: quien no haya alcanzado el amor se hará herramienta del enemigo y se perderá en todos los caminos, porque nunca sabrá que anda en la oscuridad.
(Traducido de: Sfântul Efrem Sirul, Cuvinte şi învăţături vol 1, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, p. 73)