¡Que todos podamos llegar al Paraíso!
“Si llegamos a la entrada del Paraíso, suplicaremos a la Madre del Señor: ¡Ábrenos las puertas de la misericordia!, y ella, con sus plegarias, nos las abrirá de par en par y podremos entrar en el Cielo”.
El padre Paisos era, ante todo, un hombre lleno de perdón y bendiciones. Aun cuando estaba muy cansado (algunas veces, en los períodos de ayuno, ni siquiera se podía levantar de su lecho), siempre atendía y bendecía a quienes le visitaban. Cuando oía que se abría la puerta de su celda, se incorporaba un poco y, haciendo la Señal de la Cruz, empezaba a bendecir a quien entraba: “Que Dios nuestro Señor…”. Incluso cuando oía los pasos de alguien afuera, lo bendecía. Se puede decir, entonces, que tenía la bendición a flor de labios.
Cuando se despedía de alguien, el padre solía pronunciar su saludo de costumbre: “¡Sea que podamos encontrarnos a las puertas del Paraíso!”. Algunos de sus discípulos le preguntaban: “Todos quisiéramos encontrarnos nuevamente cuando lleguemos al Paraíso, padre. ¿Por qué dice usted que nos encontremos justamente a las puertas de aquel lugar?”. Y el anciano respondía con dulzura y esperanza: “Lo que yo quiero es que todos nos veamos libres de nuestros astutos enemigos, los demonios, y que finalmente podamos llegar a las puertas del Paraíso. Para llegar ahí, clamaremos a la Madre del Señor, pediremos el auxilio de los santos, invocaremos la ‘puerta de la piedad’ del Señor, y Él no nos dejará sin atender. ¡Hasta este punto, ciertamente todo es muy duro! Luego, si llegamos a la entrada del Paraíso, suplicaremos a la Madre del Señor: ¡Ábrenos las puertas de la misericordia!, y ella, con sus plegarias, nos las abrirá de par en par y podremos entrar en el Cielo, porque, como nuestra madre que es, está siempre dispuesta a ayudarnos a alcanzar la salvación. Por eso, cada día, por la mañana, debemos orar con el Acatisto de la Anunciación y, en la noche, la Paráclesis a la Virgen. Ella es nuestra madre, nuestra protectora y nuestro pronto auxilio”.
(Traducido de: Părintele Paisie Olaru, povățuitor spre poarta Raiului, Editura Doxologia, p. 101-102)