¡Quédate conmigo, Madre!
La Santísima Madre del Señor estará siempre con nosotros, en todas y cada una de nuestras tribulaciones. Ella nos librará de todas las congojas de esta vida pasajera y nos librará de la mayor desgracia que hay: la muerte del alma.
Así es como la Madre del Señor escuchará también neustras oraciones, sin tomar en cuenta nuestros pecados. Solamente tenemos que dirigirnos a su intercesión celestial. Oremos, con nuestra boca y nuestro corazón, con la mayor frecuencia posible, repitiendo estas palabras: “¡Oh, Madre de Dios, Virgen, alégrate!”, o estas otras: “¡Santísima Madre de Dios, sálvanos!”.
Y su amoroso y poderosísimo manto se extenderá sobre nosotros. La Santísima Madre del Señor estará siempre con nosotros, en todas y cada una de nuestras tribulaciones. Ella nos librará de todas las congojas de esta vida pasajera y nos librará de la mayor desgracia que hay: la muerte del alma, que es la separación eterna de Cristo. Ella nos librará de los tormentos eternos del infierno.
(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim (Sobolev) Făcătorul de minuni din Sofia, Predici, Editura Adormirea Maicii Domnului, București, 2007, p. 52)