¿Quién conduce a la familia? ¿El hombre o la mujer?
A él se le ha nombrado cabeza de la familia para que pueda encontrar la solución en las situaciones críticas y para liberar a la mujer de obligaciones que le son ajenas.
¿Qué se puede hacer cuando la mujer se ve en la situación de tener que asumir en sus propias manos la conducción de la familia?
—¡Que no lo acepte! No es correcto que el hombre deje todo en manos de su esposa. Del mismo modo, no es correcto que la mujer acepte esa situación. Cuando esto suceda, la mujer debe decir: “Lo siento, querido, pero tú eres la cabeza de la familia”. Pero, atención, que al hombre no debe decírsele que esa es su obligación, sino que, por medio de sus actos, debe remarcar su posición en la estructura de la familia.
¿Cómo rechazar dicha situación, especialmente cuando la familia está en peligro de irse a la ruina?
—No niego que algo así pueda suceder, pero el problema es que, en la mayoría de casos, vivimos comparándonos con otras familias, aunque deberíamos estar contentos con lo que tenemos. Y, a pesar de que la mujer sostenga a la familia, no tiene que asumir la conducción de la misma. Puede que el esposo haya perdido su trabajo y no tenga cómo traer dinero al hogar. Con todo, él se seguirá sentando a la cabeza de la mesa, será apreciado y se mostrará como lo que es: la cabeza de la familia. Porque la autoridad en el hogar no le pertenece a quien gane más dinero, sino que se resume a la jerarquía ante Dios. Cuando el hombre no puede sostener a su propia familia, sin duda, para él será un problema, pero nosotros tenemos que entender que no todo depende de él, porque se trata de una situación complicada, sí, pero temporal. A él se le ha nombrado cabeza de la familia para que pueda encontrar la solución en las situaciones críticas y para liberar a la mujer de obligaciones que le son ajenas.
(Traducido de: Pr. Evgheni Șestun, Familia Ortodoxă, Editura Sophia, pp. 60-61)